sábado, 10 de noviembre de 2012

Santa Moda y el Dragón



Me estoy preparando para salir a la calle, había quedado a las cuatro y ya son las siete, por qué no he llegado a la hora os estareis preguntando, pues porque me ocurren dos fantásticos fenómenos conocidos como: No-Sé-Qué-Ponerme y el Salgo-A-La-Calle-Y-Hace-Otra-Temperatura...



¿Qué le pasa a este mundo? Gracias por la pregunta, pues no lo sé, porque tú te tiras tres horas delante de tus tres armarios empotrados, observando todos los pantalones que tienes, buscando los que mejor te quedan, que fíjate tú por donde o no están o están lavándose o están para planchar... ¿Por qué? Pues no lo sé, porque tú te quieres vestir y no está esa ropa que te quieres poner, que luego tú te preguntas, si entre treinta pantalones que tienes no sabes elegir algo te pasa ¿no?, pues no, porque tú hoy no tienes el cuerpo como para embutirte en los resinados ni te apetece parecer paticorto por culpa de esos a los que todavía, magia de la máquina de coser, no has hecho pitillos. Pero tan difícil es escoger entre los demás, pues sí, porque de repente lanzas ese grito de auxilio (Mamaaaaaaaaaaaaaaaaa) y ahí que la tienes planchándote los pantalones, que resulta que luego no te vas a poner porque te hacen como bajito, venga ya hombre, necesitamos un Tranquilmacín, yo es que es abrir el armario y me estreso, sí, porque es como si la ropa me fuera a atacar, porque tú ves esa camisa que te gusta y resulta que han encogido las mangas al lavarlas y que ahora pues te toca arremangartela, por favor... Pero no queda ahí la cosa, no, porque tras ponerte unos vaqueros básicos, de los que querrías querer en azul marino y siempre que vas a comprarlos pues acabas con unos grises, otro misterio, y una camisa que no le pega mucho pero parece que algo hace, pues abres el cajón de los calcetines y los calzoncillos, y tras el espasmo cerebral y ocular de ver tanto color y estampado junto eliges... los negros, cómo no, tú que los tienes de todas las formas, tamaños, colores y estampados vas y coges los negros lisos, pero no los más nuevos de lana nueva, no, coges los roñosos, los que ya son más gris piedra que negro pero que son muy cómodos, y te pones el derecho, porque siempre te calzas primero el pie derecho y te pones el izquierdo, y PLAS... Sorpresa, agujeraco de regalo, pero no en el dedo, nooooo, en la caña, que ha sido al tirar, que la gomilla estaba fláccida y no ha reaccionado bien, y claro, pues te los quitas con sumo cuidado y los guardas en plan: Yo no he hecho nada a ver si se arreglan solos. Y coges los nuevos, a tu pesar, y te los pones y resulta que la goma aprieta, que por eso tú no los querías estrenar y entre que se te gangrena el gemelo y no se te gangrena abres un armario buscando unos zapatos, los negros, que no están en ese, que están en el otro, pues cierra ese armario y abre el otro, y los coges, y están sucios, y el niño a dar betún... Total, que una vez que te pones el cinturón y la americana sales a la calle, y hace frío, y no frío para decir, mira chico me pongo una bufanda y Santas Pascuas, no, frío del de verdad, del que se te congelan las orejas y los dedos, y te pones guantes, y no sacas el gorro de leñador porque dice talla 36 que no se lleva este año, y te sigues pasmando, total, que te desvistes y vuelta a empezar, que si dobla la ropa, colócala, guarda todo y ahora, otra vez en calzoncillos frente al armario coges tu espada a ver si de estas logras ganar al dragón...



"Despierta talla 38"

Llámame Nigel

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