Despertando a la infamia de un nuevo día tras un sueño reparador y una taza de capuccino con tostadas de melocotón... Sorpresa, nuevo día en el reino de los cielos, buenos días princesas, ¿qué tal todo? Sé que ya es tarde para preguntarlo, pero qué más da, ya hemos salido de clase y hemos visto de nuevo esas caras queridas y amadas que nos dan los buenos días legañosos y nos sonríen, por cumplir, entre bostezos y estornudos... ¡Qué más da quienes sean! nosotros los soportamos a diario y vemos como han abierto sus queridos armarios sacando piezas de la colección crucero de HoyNoMeMovíaDeLaCama o del fantástico desfile de otoño-invierno de NoMeHablesQueEstoyDormido.
¿Tan difícil es amanecer de buen humor? Parece que sí, puesto que entre caras de mala leche, Whatsapp desastrosos, preguntas sin sentido y miradas que matan te encuentras con que alguien se arregla frente al cristal de la calle, rehaciéndose un moño mañanero y te sonríe como si no hubiera un mañana, todo eso mientras tú te arropas malamente con tu cazadora de cuero y piensas que has cogido buena costumbre dándote la crema protectora cada mañana... y ahí entra en escena el desfile de personal universitario, que, sin gusto ni amor hacia el prójimo derrochan simpatía y buen gusto al vestir, todo esto dicho de forma irónica, puesto que son el desastre con patas, ya que el avispamiento ahora se encarga de educar niños, pero esa es otra historia, la que ahora nos interesa trata de camisetas desteñidas, pantalones más caídos que el muro de Berlín, zapatillas que desean ver una lavadora por primera vez en su vida y botines de la posguerra Civil...
No es por ser quisquilloso pero no estaría mal que os mirarais al espejo antes de salir de casa, que dejarais la ropa preparada por la noche o que le diérais un planchadito de vez en cuando, porque son cosas que, vale nos conocemos todos y ya estamos curados de espanto, pero, chicos, que estamos en clase, no en un fin de semana en la sierra de Alcorcón, que a veces parecéis primos hermanos de la Terremoto.
Pero no es oro todo lo que reluce, y, gracias a Dios, hay alguien que se empolla la Vogue y la Elle y te sorprende cada día con un estilo distinto que a muchos les gustaría lucir, porque sí, sabe cómo llevar unos pantalones con estampado de leopardo sin que parezca de barrio, sabe que se llevan los crucifijos, y no al cuello, y por eso lleva un jersey con uno en tamaño familiar, sabe que el menos es más y te luce de colores blancos y negros, sabe que se llevan las tachuelas y se ha hecho fan número uno de lucirlas en cualquier cosa, y sabía que las calaveras se llevaban el año pasado y por eso fue capaz de hacer sus propias pulseras con ellas, os presento a la Señorita Willow, como las de Isabel Marant, porque sabe que este año te tienes que hacer adoradora de las mismas, y que si, en dos meses, se vuelven horteras las guardará en el armario de los recuerdos hasta que se las ponga un día y diga que son vintage, y marcará estilo, porque lo tiene, porque lo gasta y porque le da todos los días en los morros a esas cuatro gañanas que por mucho que lo intenten e inviertan en ello la moda no es su fuerte, y un simple jersey oversize les hará parecer espantapájaros en el campo.
Ay amigos, el desfile de cada día hoy cierra su capítulo con unas UGG (qué susto) de lentejuelas plateadas, que hacían daño a los ojos, y mira que yo soy como las urracas, que todo lo que brilla para el nido, pero en este caso nos hemos pasado media hora buscando mis ojos debajo de una furgoneta de reparto, porque se me han salido de las órbitas del susto.
"Despierta talla 38"
Llámame Nigel
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